sábado, 19 de mayo de 2018

COMENTARIOS SOBRE “ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS”





Al igual que Alicia entra en un mundo fantástico y siguiendo al Conejo Blanco entra en su madriguera y en su mundo fantástico, curiosamente esos días en los que comencé su lectura, viajé por la cornisa Cantábrica, y al entrar en esos túneles, me surgía en la mente la posibilidad de introducirse en un mundo fantástico y maravilloso. No fue así; pocos segundos después, el entorno te devolvía a la cruda realidad, pero eso sí, de bellos paisajes.

Las situaciones y personajes o protagonistas que van desfilando por el libro pueden ser de temática infantil, incluso sus deseos y fantasías, pero el análisis que hace Alicia de todo cuanto ve y le pasa, es de una mente adulta y despierta. Y esto, que al principio puede tener coherencia con el contenido infantil, se va comprobando a medida que avanzamos en sus páginas.

La habilidad de Alicia para replantearse su situación, para opinar, para hacerse y hacer preguntas, para aclarar su estado presente y, en consecuencia, decidir el siguiente paso a dar:

“Me gustaría saber cuántas millas he descendido ya –dijo en voz alta-. Tengo que estar bastante cerca del centro de la Tierra. Veamos: creo que está a cuatro mil millas de profundidad… (Pág. 5).

“Aquí todo el mundo da órdenes. ¡No había recibido tantas órdenes en mi vida! ¡Jamás! (Página 60).

Las disquisiciones con el lenguaje son frecuentes y sorprendentes en una niña:

“¿Por qué no toma un poco de té? Hasta ahora no he tomado nada, de modo que no puedo tomar más, … Quieres decir que no puedes tomar menos, …” (pág. 47).

“Una carta escrita por el prisionero a alguien”. “Así debe ser –asintió el Rey- porque de lo contrario hubiera sido escrita a nadie, lo cual es poco frecuente”.

Y también abundan los juegos de palabras:

“Gala-pago”. Tenía a “gala” enseñar en una escuela de “pago”.

“Matar el tiempo” …, hablan de matar, y ¡nada menos que al tiempo!

“Aprendimos a feificar. ¿No sabes lo que es? Por lo menos sabrás lo que significa “embellecer”.

La reina se comporta habitualmente como una déspota con sus súbditos, siempre está dando órdenes de cortar cabezas, aunque luego esas órdenes no se cumplan y se queden en agua de borrajas:

“¡Prended a ese lirón!¡Arrojadle! ¡Reprimidle! ¡Pellizcadle! ¡Dejadle sin bigotes!” (Pág. 74). 

Y nos resulta sorprendente el plantel de asignaturas que se imparten en el mundo marino: “Clases de patín, de riego, de tintura al bóleo, de mareografía…”

Se va acabando el libro, y uno se va preguntando ¿cómo lo acabará? ¿cómo cerrará su final? Porque ya sólo quedan dos o tres páginas y esto sigue embrollado en un juicio absurdo. Y Carroll lo resuelve de forma magistral en un plis-plas: la Reina manda que le corten la cabeza a Alicia, y esta vuelve a la realidad despertando en la hierba con la cabeza apoyada en la falda de su hermana mayor, que era donde había comenzado el libro. Todo había sido un sueño “maravilloso” de Alicia, que al momento cuenta con detalles a su hermana.

Lo curioso es que su hermana cierra los ojos y empieza a soñar… con su hermana Alicia, con el Conejo Blanco, con la Liebre de Marzo y sus amigos… Uno cree que el cuento vuelve a empezar, que es el pez que se muerde la cola… “Pero su hermana sabía que le bastaba volver a abrir los ojos para encontrarse de golpe en la aburrida realidad”. Y es en esta última página –no podía ser de otra manera- cuando desenmascara el sueño: “La hierba solo era agitada por el viento, y el chapoteo del estanque se debería al temblor de las cañas que crecerían en él. El tintineo de las tazas de té se transformaría en el resonar de unos cencerros, y la penetrante voz de la Reina en los gritos de un pastor. Y los estornudos del bebé, los graznidos del Grifo, y todos los ruidos misteriosos, se transformarían (ella lo sabía) en el confuso rumor que llegaba desde una granja vecina”. (Pág. 80.)  Pero su hermana sí era consciente de que todo era fruto de su propia imaginación soñadora.

Pero como todos los cuentos acaba con un final hermoso, con una ilusión tremenda, con un optimismo hacia el futuro de Alicia: “Y pensó que Alicia conservaría, a lo largo de los años, el mismo corazón sencillo y entusiasta de su niñez, y que reuniría a su alrededor a otros chiquillos y haría brillar los ojos de los pequeños… y que Alicia sentiría las pequeñas tristezas y se alegraría con los ingenuos goces de los chiquillos, recordando su propia infancia y los felices días del verano.”

 Y nosotros, sus lectores, hacemos lo mismo, también nos alegramos al recordar nuestras inocentes aventuras de la infancia.
EFRÉN ARROYO ESGUEVA