miércoles, 30 de marzo de 2011

Marianela. Tertulia

Puede que esté equivocado, pero tuve la impresión al salir de la tertulia que de muy buena gana hubiéramos seguido otras dos horas más hablando de Galdós, de su época, del naturalismo, de las novelas de tesis y de las otras y de no sé cuantas historias más. 

Es Galdós uno de los escritos españoles más conocidos, pues no en vano sigue figurando entre los planes de estudios de nuestra “actimélica” enseñanza obligatoria. Basten, por tanto, unas breves notas biográficas. Vivió entre los años 1843 y 1920 y cultivó la novela, el teatro y el periodismo. Descubre el naturalismo con La Taberna de E. Zola, el liberalismo de la mano de Sagasta y, muy probablemente, el amor con Emilia Pardo Bazan. Su apabullante producción literaria ocupa ocho apretados tomos en papel biblia, por cierto, espléndidamente editados en los años cuarenta y cincuenta, por la editorial Aguilar. Estudia Derecho aunque nunca ejerce. Galdós a su llegada a Madrid es testigo de dos hechos que le causaron una profunda impresión: la represión policial de una manifestación estudiantil en la Puerta del Sol acaecida el 10 de abril de 1865 que terminó con la muerte de numerosos jóvenes, episodio conocido históricamente como la noche de San Daniel; y la sublevación del Cuartel de San Gil el 22 de junio de 1866, intento de golpe de estado o pronunciamiento que acabó con el fusilamiento de noventa sargentos. Pese a conocer enseguida el éxito, Galdós, mal administrador, acabó muriendo en la más absoluta miseria. 

Marianela, que figura entre las llamadas “novelas de tesis”, no ofrece aparentes complicaciones. Galdós toma tres ideas o conceptos, a saber, el primitivismo rural, la filosofía o metafísica y el progreso científico, crea tres personajes que encarnen cada uno de tales principios y los dispone, como si se tratara de un laboratorio, para que interactúen en la realidad de una explotación minera de Cantabria en la España de la Restauración. Veamos cada uno de estos personajes:
  • Marianela - Una joven con apariencia de niña, en terminología actual con síndrome de desmedro. Vive con los Centeno y al amparo de la misericordia de la gente. Su constitución le impide la realización de cualquier trabajo en el ambiente propio de una mina, por ello su única ocupación es servir de lazarillo al señorito Pablo, ciego de nacimiento. Galdós la describe así:  “…mujer mirada con vidrio de disminución… No conociéndola, se dudaba si era una sombroso progreso o un deplorable atraso”. No tiene padre ni madre. Nació un día de Difuntos, su madre era una vendedora de pimientos que la abandonó. El padre era farolero y se llevaba a la niña en una cesta, pero un día la niña se salió de la cesta y se cayó al río (parece que es padre quien acaba desgraciándola). Se sabe fea porque conoce la belleza del campo y explica a Pablo cómo son las estrellas, las hierbas, las nubes, el cielo, el agua, los relámpagos, las veletas, las mariposas, el humo, los caracoles, el cuerpo, la cara de las personas y de los animales. No sabe leer y tiene una panteística concepción religiosa. Encarna el primitivismo rural. Acaba muriendo “de muerte” como dice Teodoro, fruto de un amor imposible, en suma de romanticismo.
  • Teodoro Golfín - Hombre de mediana edad, bondadoso y de principios rectos. Médico que le da el don de la vista a Pablo e intenta salvar a la Nela. Es hermano de Carlos. Cierto que es la única persona que se preocupa de la Nela, la salva del intento de suicido, pero en realidad es más ciego que Pablo, pues trata de convencer a la Nela a base de teorías psicológicas de la hermosura interna. En realidad está más alejado de la verdad que la propia Nela. “¿Para qué sirvo yo? ¿Para qué nací…? ¡Dios se equivocó! Hízome una cara fea, un cuerpecillo chico y un corazón muy grande. ¿De qué me sirve este corazón grandísimo? De tormento nada más. ¡Ay!, si yo no le sujetara, él se empeñaría en aborrecer mucho… ¿Adónde voy yo ahora, qué soy, ni de qué valgo? Todo lo perdí, todo, y quiero irme con mi madre (suicidarse)” Teodoro insiste en un largo discurso totalmente incompresible para la Nela en sus tesis cristiano-espirituales y acaba por tirar de la Nela y llevársela en brazos “como si fuera una planta que acaba de ser arrancada del suelo dejando en él las raíces.” (Atinada comparación galdosiana) Sin embargo la entrada de Teodoro cargado con la Nela en la habitación de Florentina que está rezando devotamente de rodillas, resulta de una ampulosidad que hoy nadie se permitiría. Es el científico, la concepción kaussiana liberal.
  • Pablo - Joven ciego, de muy buena posición social que conocía sus tierras como la palma de su mano y disfrutaba de la compañía de la Nela y de las lecturas de su padre. Joven muy sensible e inteligente. De él dice Teodoro que es “la belleza ciega hecha para recreo de los que tienen vista.” Para él todo son conceptos abstractos, metafísicas, ilusiones de la razón que filosofa.

No parecen malas ideas para una novela, ocurre, sin embargo, que las construcciones verbales y el estilo lastran el discurso narrativo, muy anclado en aquello que se tiene que decir. Tertulianos hubo que afirmaron haber visto personajes hechos de piedra, pues permanecían inalterables a lo largo de toda la novela. Se adujo a tal observación que la narración se desarrollaba en un plazo muy breve de doce días y parecía comprensible, la ausencia de tal desarrollo interno de los personajes. Debe tenerse en cuenta, en todo caso, que Galdós prestó poca atención al fluir del tiempo en la novela por lo que cabe admitir cierta rigidez en las pinceladas de  verosimilitud del trío protagonista. 
Fueron muchas las ideas apuntadas. La discusión del final de la novela con el “Sketches from Cantabria” trajo dos interpretaciones en cierta forma complementarias: la de quienes consideraron un simple recurso para dotar de realismo a la historia de la Nela y aquellos otros que preferían considerarlo como un dardo cargado de ironía y veneno hacia las formas ampulosas de la burguesía de la época. Marianela, al final, en su sepulcro fue una ricahembra. La pedantería y estupidez de Teodoro Golfín que endiosado tras devolver la vista a Pablo, acaba por admitir que no es más que un carpintero de los ojos cuando la Nela entrega su alma. Nuevas interpretaciones del trío protagonista, considerando que Marianela es el pasado, Pablo, el presente y Golfín, el futuro. La maestría de Galdós al bosquejar con gran plasticidad personajes muy secundarios, cual es el padre de Marianela, el farolero que se llevaba a su hija a trabajar metida en una cesta. El hecho de que al inicio de la novela Pablo, el ciego, sea quien conduzca a Golfín por las oscuridades de la noche hasta la casa de su hermano y al final de la novela sea Golfín quien arranque de la oscuridad a Pablo (recuérdese aquello de que San Pablo cayó del caballo y vio la luz). Se expresó por uno de los tertulianos la sugerente idea de que la novela está a caballo entre el romanticismo y el realismo, y que posee mucha teatralidad, hasta el punto de que fue adaptada como obra de teatro e interpretada por Margarita Xirgú en presencia del propio Galdós. En fin, realmente es imposible recoger la ingente cantidad de valiosas intervenciones que se produjeron, incluida la del fuerte platonismo (incluido el mito de caverna) que recorre toda la novela.
Nos gustaron los fogonazos galdosianos. Ahí van unos pocos: las nasas donde duerme la Nela se comparan con un bivalvo, los hombre y las mujeres que vienen de tomar la mañana, los lechos de la Mariuca y la Pepina que están paramentados con abigarradas colchas, la metalización del hombre culto o la comparación, y termino, que hace Galdós entre una planta que ha dejado sus raíces en la tierra y Marianela, cuando esta es salvada por Teodoro del suicidio. 
Termino con una sugerencia: la semana Galdós que se unirá a la de Rulfo. En fin, habéis estado hoy tan brillantes que es un placer daros las gracias por vuestra asistencia a la tertulia. Nuestra próxima lectura es Unamuno, “San Manuel Bueno, mártir”.

2 comentarios:

  1. Comparto plenamente tu impresión, Raúl; con gusto me habría quedado otras dos horas hablando, o más bien escuchando, porque si algo me gustaría resaltar es que ayer aprendí muchísimo, amén de lo que disfruté. Ojalá hubiera podido aportar un poco más, pero en fin, otra vez será...
    Y me quedé con ganas de saber más del realismo, español y extranjero, de Galdós (pienso leer “Miau” en cuanto encuentre un rato, se acumulan las lecturas), de la época... Por tanto, me adhiero plenamente a la sugerencia de hacer una semana de Galdós. A ver si para entonces dispongo de más tiempo y puedo rellenar previamente alguna de las enormes lagunas de mi formación histórica y literaria.
    Lo dicho, mil gracias por la interesantísima “lección”, fue un placer.

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  2. Muchísimas gracias, María, contigo es que da gusto. Y estoy completamente seguro de que cuando te decidas a aportar más, nosotros seremos quienes aprenderemos de ti.

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