Cortázar fue favorecido por los escritores que le sucedieron y leído como ejemplo a seguir. Durante los algo más de veinticinco años que han transcurrido desde su muerte, ha sido constante el halago, y la puesta en excelsas alturas literarias de su prosa creativa. Se ha construido con él uno de esos iconos culturales que solo sirven para arrinconar a los autores. «¡Oh, claro, Cortázar!». Pero, ¿quién lee hoy en día, ahora, en este momento, Rayuela?, ¿tiene razón de ser, sentido, actualidad, leer Rayuela?, ¿sería posible publicar hoy en día una novela como Rayuela?, ¿es Rayuela una novela gratificante para el lector? Porque el Cortázar de las novelas no es el mismo que el de los cuentos. Esta importante distinción, siendo evidente, no es fácil de formalizar. Su aprehensión radica en un antes y un después, el cuento es un acontecer que la novela explorará a posteriori. El primero está imbuido de la sutileza, en la segunda el autor se limita a trazar los caminos, senderos, por los que el lector puede diversificar su paseo, y será el paso exploratorio del lector lo que autentique la escritura. Hasta cierto punto, Rayuela no es otra cosa que un ejercicio práctico sobre la creatividad, y se la ha tachado de anti/contra-novela es porque en ella, todos los hilos están sueltos. No es casualidad que el origen de Rayuela sea un sueño del mismo Cortázar, y como en todos los sueños a medida que se intentan contar, en realidad, se están descontando, es decir, restando.
El texto de la novela primero se llamó Los juegos, más tarde Almanaque, posteriormente Mandala y, finalmente, Rayuela. La obra aparece dividida en tres partes:
a) Del lado de allá [1-36]
b) Del lado de acá [37-56]
c) De otros lados (capítulos prescindibles) [57-155]
Cortázar llegó a agruparla de muy diversas formas, que van desde la utilización de colores –evidentemente por campos temáticos-, a la asignación de una letra o el nombre de un personaje a cada uno de los capítulos.
Novela deliberativa, gozosa epifanía del lenguaje, juego de restar casillas, novela por hacerse y un sin fin de calificativos o frases se han dicho sobre Rayuela. Fue publicada por la Editorial Sudamericana en Buenos Aires, en 1963. El 22 de mayo de 1961 Cortázar anuncia a su editor y amigo, Francisco Porrúa, la conclusión de la novela; sin embargo en agosto de ese mismo año advertirá que lleva unos meses tratando de poner orden en la novela, es decir “que lo estoy desordenando de acuerdo con una leyes especiales cuya eficacia se verá luego, cuando tenga el coraje de releer de un tirón las seiscientas páginas.” Corrige las pruebas a bordo de un barco entre Buenos Aires y Marsella en mayo de 1962 y discutirá con Francisco Porrúa sobre la portada diseñada por el pintor Julio Silva. En julio de 1963, un Cortázar pletórico remite una carta a su editor anunciándole que por fin Rayuela, después de cuatro años de trabajo, está en sus manos.
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