De orígenes persa e indio, de
originales árabes, de fuentes talmúdicas y del antiguo Egipto, las historias o cuentos
incluidos en las Mil y una noches
deben su existencia para Occidente al viajero francés Jean Antoine Galland
(1646-1715), quien las conoció, tradujo y público a principios del siglo XVIII.
Pero, como afirma Vernet –suya es la versión que seguimos-, allí no estaban más
que una cuarta parte, aproximadamente, de las mil noches. Su éxito fue enorme, pues
antes de terminar de editar los últimos volúmenes fue preciso reeditar los
primeros.
Mucho éxito tuvo también en
España la versión francesa del médico cairota J.C. Mardrus (1868-1949),
traducida por Blasco Ibáñez, aunque es objeto de algunas críticas por contener ampliaciones
caprichosas y apartarse del original árabe.
El esquema o cuadro de rescate
que siguen muchos cuentos no se entiende
sin el de aplazamiento que es donde radica el secreto del entretenimiento. Es
sorprende lo que la repetición puede conseguir en la mente humana pues lejos de
saciar la curiosidad la incrementa acumulativamente.
Los sasánidas eran persas y Sahriyar era un rey persa que dominaba parte de la India y de China. Su hermano Sah Zamán, era el rey de Samarcanda. El amor fraternal provoca, a veces, descubrimientos de alcoba. La libertina esposa de Zamán sucumbió. Pero la desgracia propia cede ante la ajena y es conjurada por esta. Sahriyar regresa ejecuta a su esposa adúltera y se venga con el resto: una mujer cada noche que termina en el cadalso. La hija del visir, Sahrazad, se ofrece para pagar el rescate de las hijas de los musulmanes. Una historia tras otra como una infinita hilera de hormigas que no sabemos si salen del hormiguero o vuelven a él.
El comerciante y el efrit es el primer relato de Sahrazad. El hueso
de un dátil mata al hijo de un efrit. Nadie se pregunta cómo es posible que
esto sea cierto, ni siquiera los familiares del comerciante al que el efrit ha
permitido arreglar sus asuntos antes de ser ajusticiado. Tres jeques que hasta
el lugar se han aproximado tratan de comprar la sangre del comerciante al efrit
con tres narraciones. Así cada uno de ellos le cuenta una historia para salvar
la vida del comerciante, de la misma forma que Sharazad le cuenta la historia
al rey para salvar su propia vida. El primer jeque que está acompañado por
una gacela cuenta quién es esta y lo que
hizo. El jeque de los lebreles y el de la mula hacen lo propio. Las historias
satisficieron al efrit que accede a libertar al comerciante.
La tercera noche Sahrazad comienza el cuento del pescador y el genio. Un pescador pobre que echaba la red cuatro veces al día. En el último intento extrajo un jarrón de cobre del que liberó a un genio rebelde, un marid, el cual había sido encerrado en los tiempos de Salomón. El pescador consigue que el genio regrese al jarrón para volver a encerrarlo y librarse así de la muerte anunciada por el marid. Sin embargo, el pescador se pone a contarle al genio el ①cuento del rey Yunán cuya lepra fue curada por el sabio Ruyán. El visir envidioso de los favores que el rey prodigaba al sabio quiso enemistarlos. El rey Yunán relata al visir envidioso el ❶cuento del halcón del rey Sindabad. A su vez el visir, como en un duelo de refranes, narra al rey Yunán el ❷cuento del príncipe y la rusalca. El rey quedó convencido de la razón del visir y mando llamar al sabio Ruyán para ejecutarlo y cuando el verdugo estaba a punto de cortarle la cabeza, el sabio, harto de que el rey no atendiera a sus ruegos, le pidió un tiempo para arreglar sus asuntos. Entre estos se encontraba el destino que habría de dar a un libro maravilloso. Al día siguiente el sabio llevó el libro al rey y pidió una bandeja donde habría de colocarse su cabeza después de cortada, la cual con ayuda de unos polvos y del libro hablaría a pesar de estar separada del tronco. El verdugo actuó y también la cabeza del sabio que ordenó al rey pasar las páginas del libro. Poco después el rey murió envenenado por la acción de la sustancia adherida a las páginas.
En la sexta noche el pescador
está ya dispuesto a devolver al mar el jarrón, pero en el último instante el
genio lo convence para que lo libere. En un lago con peces de colores podrá el
pescador echar sus redes una vez al día. Este es el regalo del genio liberado.
El pescador lleva los peces al sultán que lo recompensó con generosidad. Pero
cada vez que la cocinera intenta cocinar los peces, una aparición frustraba el
intento convirtiendo los pescados en negros tizones. Buscando el secreto de los
peces, el sultán llega en solitario a un castillo donde una adolescente, mitad
humano y mitad piedra, le cuenta la ② historia del joven de piedra. Conocemos
que cada uno de los colores de los peces
representa a las cuatro religiones: los blancos son los musulmanes; los azules,
los cristianos; los amarillos, los judíos y los rojos son los parsis
(zoroástricos). Historia de
encantamiento y descubrimiento.
En mitad de la novena noche Sahrazad termina un cuento y da comienzo al siguiente: Historia del faquín con las jóvenes. He aquí lo que la bella mujer carga en la espuerta del faquín: manzanas sirias, membrillo osmanlí, melocotones de Amán, jazmines de Alepo, nenúfares de Damasco, velas de Alejandría… Una escena un tanto obscena da entrada a tres monjes tuertos que tocan tres instrumentos: un tambor de Mosul, un laúd iraquí y un címbalo persa. En esto estaban los siete, la compradora tiene dos hermanas, cuando se presenta en la casa, disfrazado de comerciante, el mismísimo califa de Bagdad, Harún al-Rasid. Masrur, el verdugo, y Chafar, el ministro, acompañan al califa. La atmósfera y los sucesos son de los más extraños, pero todo tienen obligación de guardar silencio: “Nada diréis de lo que no os importa, pues si no oiréis lo que no os ha de agradar”. Naturalmente que la promesa es quebrantada por la curiosidad y para salva el cuello se recurre, esta es una constante en la serie de Las mil y una noches, a la narrativa. La ① historia del primer saaluk (monje) antecede a la del ②segundo saaluk y esta a la del ③tercer saaluk. Hay en las tres historias una pluralidad de elementos comunes, pero quizás la pérdida del poder en un instante y el paso al exilio y la soledad sea la nota más significativa.
Salvados todos por las historias
de los saaluk, el califa ordena al día siguiente que las tres jóvenes
comparezcan a su presencia. Naturalmente que ahora son ellas quienes han de
contar: la historia de la primera ① joven y de las dos perras y la de la ②
segunda joven y del misterio de los cintarazos. La tercera joven, la compradora
que llevó al faquín a la casa, no tiene historia y tal vez por eso termina por
casarse con el califa. Es inevitable pensar si no está Sahrazad haciendo un
guiño a su señor.
La historia de la mujer descuartizada la comienza Sahrazad en mitad de la décimo octava noche. Nos quedamos en compañía del califa Harún al-Rasid, de su ministro Chafar y Masrur, el verdugo, que salen por Bagdad para conocer lo que sucede. La aparición de una mujer descuartizada entre las redes de un pescador hace que el califa presione a su visir. Salvar vidas a cambio de historias es ya, a estas alturas, algo habitual. Con el ① cuento de Nur al-Din y su hermano Sams al –Dim, rescata el visir la sangre de su esclavo. ¿Basora, El Cairo, Damasco? ¿Y todo el mismo día? ¿Qué es esto? ¿Acaso Las mil y una noches? ¡Exacto! ¡Pobres mortales! La confusión es mayúscula cuando genios y sílfides se burlan de los hombres. Pero hay, sin embargo, una cierta coherencia. Está la viuda que espera en soledad la llegada de la familia del difunto, la víctima que encuentra consuelo en comer junto a su agresor y una escudilla llena de granada, almizcle y agua de rosas y, en especial, el que marca con una piedra la frente de su padre.
Refiere Sahrazad en la vigésima
quinta noche la historia del jorobado,
el judío, el superintendente y el cristiano que se anuncia más portentosa
que la anterior. Una espina de pescado mata a un jorobado en la casa de un
sastre. Pero el jorobado está dispuesto a morir las veces que sean necesarias
para que el verdugo vaya pasando la cuerda por el cuello de un judío, un
cristiano, un superintendente y, naturalmente, un sastre. Como todos
comparecieron ante el sultán de la China y a este le gustaban las historias,
preguntó a cada uno de ellos si habían oído una historia más prodigiosa. El
primero en contar su relato es ① el cristiano, un copto egipcio. Un joven
bellísimo natural de Bagdad hace ganar al cristiano mil dirhemes, pero cuando
le invita a comer descubre que le falta la mano derecha. El ❶ bagdadí cuenta al
copto cómo perdió la extremidad. No sabemos si es que la historia no le gustó
al sultán o es que trataba de animar a los siguientes narradores. En todo caso
el grito real fue: “¡Os voy a ahorcar a todos!”. El turno es ahora del ② superintendente
que cuenta una historia oída a un hombre al que le faltaban los pulgares de las manos y de los
pies. Le toca el turno al ③ judío que cuenta una historia sin mucha garra, por
ello no extraña que el sultán se enfade y reafirme su voluntad de colgarlos a
todos a no ser que el sastre… Refiere el ④sastre lo que le ocurrió a un joven
comerciante muy rico cuando decidió llamar a un barbero antes de ir acudir a un
encuentro amoroso. El barbero, conocido como el Taciturno, parece un tipo
inteligente y generoso y el sultán de la China lo hace llamar antes de
resolver. No solamente les salva la vida a todos, sino que incluso se la
devuelve al jorobado.
El relato de los dos visires en el que se habla de Anis al-Chalis comienza en mitad de la trigésima segunda noche. El rey, parece que de Basora, Sulaymán al-Zayní tenía dos visires, uno bueno, al-Fadl Jaqán, y otro malo, al-Muin Sawí. Después de que el primero comprara una esclava para el rey que nunca salió de la casa del visir, este murió y su hijo, Nur al-Din dilapidó la fortuna de su padre entregándose a una generosidad excesiva. Cuando se vio en la más absoluta pecunia sus amigos le dieron la espalda y se vio en la necesidad de llevar al mercado a su esclava, Anis al-Chalis, para venderla. Sin embargo, la aparición del malvado al-Muin ibn Sawi hizo que el sultán se volviera con ira hacia Nur al-Din. El acierto de este fue huir a la ciudad de la paz donde gobierna el emir de los creyentes, Harún al-Rasid ibn al-Mahdí.
Pero esta historia no es nada comparada
con la gran historia de Ayyub, el
comerciante, de su hijo Ganim y de su hija Fitna. A punto de concluir la trigésima
sexta noche, Sharazad da comienzo a esta historia. En una situación incómoda,
escondido en la copa de una palmera, Ganim escucha el relato de tres ladrones
negros y castrados. Después escondieron una caja entre la tumbas. La curiosidad
era imposible de contener y Ganim desesterro la caja. En su interior había una
adolescente narcotizada cubierta de ricos vestidos. Ganim la llevó a su casa y
allí se enamoró de ella y ella de él. La muchacha es la favorita del emir de
los creyentes, esto es, Harún al-Rasid. La esposa de este, Zubayda, ha sido
quien la narcotizado. Muy natural parece
que Ganim se niegue a mantener relaciones con la favorita del califa porque las
cosas que son para el señor no son para el esclavo. De nada sirvió el intento
de engaño de Zubayda. El emir recuperó a Qut al-Qulub, pero ordenó encerrarla
como castigo y mandó capturar a Ganim que se había fugado a Damasco.
Apuró mucho Sharazad, pues poco antes de que llegara la aurora de la cuadragésima cuarta noche dio comienzo a la historia del rey Umar al-Numán y de sus dos hijos, Sarkán y Daw al-Makán. Cuatro esposas, trescientas sesenta concubinas, doce palacios, pero un solo hijo, Sarkán, hasta que la esclava griega llamada Sofía concibe y alumbra a Daw al-Makán y su hermana Nuzhar al-Zamán. Sale Sarkán a guerrear y perdido en un bosque tiene una extraña visión con una mujer muy bella que en combate singular lo derrota. La joven, una cristiana griega, emborracha el corazón del príncipe con vino y amor. Poco después ambos sellan su unión enfrentándose a los patricios griegos que el padre de la muchacha ha enviado después de conocer la presencia del príncipe Sarkán. Ella es Ibriza, la hija del rey de los griegos Hardub, y sabe que Sofía es en realidad la hija del rey de Consantinopla, Afridún. El conflicto aparente entre cristianos y musulmanes esconde una traición que convertirá en víctima al rey Umar al-Numán. Esta será la razón por la que Sarkán abandone a Ibriza y corra hacia su reino. Cien caballeros cristianos frente a otros cien musulmanes, entre los primeros destaca un jinete imberbe y vestido de raso azul que lucha durante dos días en combate singular con Sarkán. Se trata de la mismísima princesa Ibriza y sus cien vírgenes. El rey Umar al-Numán no tardó en enamorarse de la reina Ibriza. Poseída contra su voluntad, embarazada, sin familia, sin patria y sin una verdadera morada… un esclavo negro acaba con su vida, pero antes la reina Ibriza consigue dar a luz. El rey padre clama venganza. Pasan los años, al Makán y al-Zamán han crecido y Sarkán está en Damasco a petición propia a causa de los celos que siente por sus hermanos. Los adolescentes escapan para unirse a los peregrinos que van a La Meca, de aquí fueron a Jerusalén, pero un golpe de fortuna los convierte en enfermos mendigos hambrientos.
Hay seis días de viaje entre
Jerusalén y Damasco. Un fogonero acompañó a Daw al-Makán y un beduino salteador
de caminos a Nuzhat al-Zamán hasta la ciudad de Siria. La sabiduría y juicio de
Nuzhat deja asombrados a los sabios que acompañan al gobernador de Damasco que
no es otro que Sarkán, el cual no reconoce a su hermana paterna. Cuenta Nuzhat
que Umar ibn al-Jattab tenía por costumbre, cuando cogía a un criado nuevo,
imponerle cuatro condiciones: no montar en bestias de carga, no llevar vestidos
de lujo, no comer del botín y no retrasar la hora de la oración. Cuenta Nuzhat
al-Zamán que al-Hasán al-Basri aseguraba que el alma del hombre no abandona
este mundo sin antes haberse lamentado de tres cosas: de no haber disfrutado lo
que esperaba, de no haber alcanzado lo que se proponía y de no haber hecho
suficiente provisión de buenas acciones para la vida futura. En medio de la más viva admiración se celebró
la boda y Nuzhat al-Zamán concibió esa misma noche. Contento de su buena dicha,
Sarkán expresa su alegría a su padre, pero este le devuelve una contestación
triste por la pérdida de sus dos hijos. Pero poco después del nacimiento de su
hija, Sarkán descubre con quién se ha casado. El pecado es gravísimo y ambos
lloran abofeteados por el cruel destino. La niña recibe el nombre de Qúdiya
Fa-Kan y la madre es casada con el gran chambelán de Sarkán.
El gran chambelán acompañando de su esposa viaja a Bagdad para entregar el tributo de Damasco al califa Umar al-Numán. En el transcurso del viaje los hermanos se vuelven a reunir y muy poco después llega la noticia de la muerte del emir. Daw al-Makán será el nuevo sultán de Bagdad y Sarkán lo será de Damasco. El visir Dandán cuenta cómo murió Umar al-Numán. Cinco hermosas jóvenes expusieron su sabiduría ante el padre de al-Makán. Hablaron de las virtudes de los cadíes, de las dos únicas reglas por las que se regía el sabio Muhammad ibn Abd Allah: no asociar nada a Dios y no perjudicar nunca a las criaturas de Dios, del ejemplo del imán al-Safii que dividía la noche en tres partes: una para estudiar, otra para rezar y la tercera para dormir. Pero todo no era más que un trampa para vengar la muerte de la reina Ibriza y el secuestro de la reina Sofía. Umar al-Numán es asesinado y la guerra contra los infieles, aquí los cristianos asesinos, es inevitable. Entre las noches ochenta y ocho y la noventa y cuatro se narra la guerra entre musulmanes y cristianos. La bruja Dat al-Dawait, hija del rey cristiano griego, interviene para quebrar las sucesivas victorias de los islamitas. Su astucia es tan poderosa que consigue con sus tretas apresar al sultán y a su visir. Poco después cae Sarkán que es hecho prisionero con un puñado de hombres. Los tres ilustres son conducidos ante el rey de Constantinopla, Afridún. Sin embargo, los cristianos son tan tontos que después del esfuerzo dejan que los musulmanes se escapen. Prosigue entonces la guerra con Dat al-Dawait intentando sacarle partido a sus poderes de manipulación. En un momento de la batalla, cuando ambos ejércitos están uno frente al otro, de pronto hay un acuerdo en reducirlo todo a singular combate: Sarkán contra Afridún. Aunque no resultó este concluyente, las heridas de Sarkán hicieron entrar en liza al sultán Daw al-Makán quien acabó con la vida del de Constantinopla. Dat al-Dawait cobra venganza y asesina a Sarkán mientras este duerme. Los musulmanes sitian la ciudad cristiana y el visir Dandán trata de entretener a su rey contándole ①la historia del amante y del amado: Tach al-Muluk y Dunya. El visir del gran rey Sulaymán, señor de la Tierra verde y de las Dos Columnas, es un hombre muy valioso, sabe tranquilizar su corazón, dar suelta a la lengua y hablar con elocuencia. Su misión es delicada: solicitar la mano de la bella hija del rey Zahr Sah para su señor. Años después de la unión, un joven mercader relata al hijo del rey Sulaymán, Tach al-Muluk, ❶ la historia de Aziz y Aziza. El encuentro es providencial porque Azziz, el protagonista, acompañará al joven heredero hasta la isla donde habita Dunya.
Cuatro años duró el asedio de Constantinopla. Al cabo de los cuales el rey Daw al-Makán. El regreso a Bagdad es celebrado por todos. Allí, Kan Ma Kan, el hijo del rey, ha cumplido ya siete años. El fogonero es recompensado con el título de Zabalukán, rey de Damasco con el nombre de al-Muchahid. El emir de Daylam, Bahram; el emir de los turcos, Rustem; y el emir de los árabes, Tarkas, acompañan al Zabalukán durante tres días en su camino a Damasco. El rey Daw al-Makán enfermó y abdicó en favor de su hijo, haciéndose cargo del reino el visir Dandán al tratarse de un niño. Tras la muerte del sultán, el chambelán se hizo con el poder bajo el nombre de rey Sasán. Kan Ma kan se enamoró de su prima Qúdiya y el nuevo rey prohibió la relación. El exilio duró poco. Kan Ma Kan da muerte al bandido Kahardas, Sasán se asusta de la popularidad de su enemigo y planea asesinarlo. Nuestro héroe escapa, pero es capturado por el rey Rumzán, soberano de los griegos. Este rey Rumzán es el hijo de Ibriza y de Umar al-Numán, aquel que nació ante un esclavo negro que mató a la reina Ibriza. La reconciliación va seguida de unos años de paz, solo alterados por una venganza aquí y otra allá.
En la noche ciento cuarenta y seis, Sharazad inicia las historias que hacen referencia a los
pájaros y a los animales. Un pájaro acuático que pensaba sobre la rama de
un árbol en que el mundo es la casa de aquel que no la tiene, ve aproximarse a
una tortuga cuyos consejos no sirven para detener al halcón. Una zorra
hostigada por un lobo egoísta se las ingenia para hacer que este caía a un
pozo. La comadreja hace culpable al ratón ansioso. Un cuervo listo salva a su
amigo el gato de morir entre las fauces de un tigre. Resulta que la zorra y el
cuervo son vecinos y, a falta de otro acuerdo, se cuentan cuentos. También son
vecinos el puercoespín y una pareja de palomas.
Unas pocas noches más tarde, Sharazad cuenta la historia de Alí ibn Bakkar y Sams
al-Nahar. La favorita del sultán Harún al-Rasid, esto es, Sams al-Nahar, se
enamora de un joven de origen persa llamado Alí ibn Bakkar. El flechazo es tan
brutal por ambas partes que los desmayos se suceden. Abul Hasán, el amigo de
Alí, se ve comprometido en los amoríos y decide marchase a Basora. Amín, un
joyero, toma el relevo de Abul Hasán ofreciendo su casa para el encuentro de
los amantes. Hay por el medio una banda de ladrones cuyo poco atinado actuar da
lugar a que la guardia del califa sorprenda a su favorita con nuestros dos
hombres: Amín y Alí. La huida es obligada y, también, la muerte.
La historia del durmiente y del despierto pertenece a las añadidas al
texto original por Galland y no aparece
en todas las ediciones. Naturalmente que estas noches no cuentan o por mejor
decir los cuentos que contienen han de quedar en las noches pasadas, llenando
el hueco del sueño entre los cuentos. Es sabida la costumbre que tenía el
califa Harún al-Rasid de disfrazarse y recorrer por las noches las calles de
Bagdad acompañado de su fiel Masrur, el portador del sable de la venganza. El
joven Abul Hasán ha tomado buena nota de la falta de gratitud de sus
conciudadanos y vive apartado. Elige a un forastero cada noche, lo invita a su
casa y charla con él. Después le advierte que no volverán a encontrarse. Es el
marco donde insertar el cuento del sueño y el que convertir a la muerte en un
juego disoluto.
Retomamos el discurrir de las
noches originales con la historia de
Qamar al-Zamán, hijo del rey Sahramán. La negativa de Qamar a tomar esposa
hace que su padre el rey Sahramán no tenga más remedio que castigar semejante
desobediencia. Recluido en la torre, el príncipe Qamar se queda dormido. Muy
pronto la efrita llamada Maymuna se fija en la belleza del joven y conoce por
otro efrit que la reina Budur está viviendo una situación muy parecida a la de
Qamar. Su padre, Gayur, rey y señor de las islas y de los mares de China, la ha
recluido en su habitación ante su negativa a contraer matrimonio. Los dos efrit
reúnen a los jóvenes, pero discuten sobre quién de los dos es más hermoso.
Despiertan a los jóvenes por turnos para ver sus respectivas reacciones y
después los regresan al sueño. Otra vez
el sueño y la realidad. Un náufrago salvado por los pelos une a los amantes y
un pájaro los separa. La reina Budur ha
perdido a su esposo Qamar y abandonada en mitad de los reinos que ha de
atravesar hasta llegar a las islas de Jalidán donde reina su suegro, se
disfraza de hombre. La piedad hace girar la rueda de la fortuna de Qamar hacia
la soledad y la desesperación. La astucia, que promueve una fe absoluta,
conduce los pasos de la reina Budur hasta llegar a las islas del Ébano. Allí se
reunirán de nuevo y Qamar se convertirá en sultán.
Al sultán le nacieron dos hijos:
al-Amchad, hijo de la reina Budur y al-Asad, hijo de la reina Hayat al-Nufus.
La prodigiosa belleza de los muchachos trastornó los sentidos de sus madrastas
que se enamoraron de sus hijastros. La concupiscencia y la traición es cosa de
las mujeres para los autores de la historia. Por eso, las reinas reaccionan al rechazo con la venganza
y acusan a sus hijastros de haber intentado seducirlas. La huida, única salida
posible, llevó a al-Asad hasta un oscuro agujero donde eran torturado y
mantenido vivo para el sacrificio. A la ciudad de los mazdeos (zoroastrismo)
llegó al-Amchad buscando a su hermano y se convirtió en visir. Por su parte
al-Asad quedó bajo la protección de la reina Marchana quien lo liberó de los
mazdeos. Aunque su alegría duró poco. Un nuevo instante de abandono rápidamente
neutralizado da paso a la reunificación y a la captura del culpable. Bahram,
que así se llama el secuestrador y hereje, salva su cabeza convirtiéndose al
Islam y contando la ①historia de Nima y Num. Terminada la narración un aluvión
de ejércitos rodeó la ciudad como si fueran anillos concéntricos: el ejército
de la reina Marchana, el del rey al-Gayur (el padre de la reina Budur), el
ejército de Qamar al-Zamán, el del rey Sahramán, señor de las islas de Jalidán
y padre de Qamar al-Zamán. Entre desmayos y abrazos se pone punto y final a la
historia del hijo del rey Sahramán.
Doscientas cincuenta noches
después se cuenta la historia de Alá
al-Din Abu al-Samat. Por temor a que lo embrujaran, al-Din fue criado en
habitaciones subterráneas hasta que le nació la barba. Pero como es sabido, el
destino ha de cumplirse. Solo la misericordia de Dios, ¡ensalzado sea!, le
permitió salir vivo del bosque del León. Una inesperado propuesta de matrimonio
nada más llegar a Bagdad conduce a nuestro joven a la presencia del emir de
los creyentes que lo convierte en su
protegido. Tuvo un hijo llamado Aslán que llegó a ser jefe de los Sesenta,
igual que su padre.
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