martes, 10 de junio de 2014

Una introducción a la Biblia. J.W. Rogerson.


Más que de la Biblia debemos hablar de las Biblias. La Biblia protestante, la católica, la ortodoxa o la judía, presentan diferencias no solo en relación al canon, es decir, los libros que las integran, sino también por el contenido mismo en que son vertidas a la pluralidad de idiomas que se manejan en todo el orbe terrestre. Naturalmente que las posturas dogmáticas de las distintas iglesias nos dejan también su impronta. La Biblia oficial de la Iglesia ortodoxa oriental es la septuaginta que se comenzó a traducir en el siglo III a. de C. Ni la Biblia hebrea o Tanaj ni la Biblia protestante contienen los llamados Deuterocanónicos, siete libros que forman parte del Antiguo Testamento para los cristianos. El simple hecho de abordar la lectura de este fundamental texto de la historia humana, nos obliga a tomar postura. Las primeras Biblias cristianas completas se corresponden con los códices unciales (es decir, texto manuscrito en letras mayúsculas) Sinaítico y Alejandrino de los siglos IV y V d. de C.

La tradición asigna a Moisés como el autor del Pentateuco, a Josué como autor del libro que lleva su nombre, a Samuel como el autor de Jueces y Rut, a David como autor de muchos de los salmos, a Salomón como el autor de la mayor parte del libro de los Proverbios, así como Eclesiástico y del Cantar de los Cantares y a los profetas como autores de los libros que llevan sus nombres. En la actualidad la mayoría de los expertos están de acuerdo en que la redacción de la Biblia se debe a sucesivas formas de adición y ampliación realizadas a los largo de los siglos por una pluralidad de autores. Este mismo hecho ha dado lugar a los llamados libros apócrifos. Muchos indicios apuntan a que este autor plural utilizaría la técnica del corta-pega para elaborar el texto a partir de varias fuentes. Los exegetas modernos, por ejemplo, aseguran que el libro de Isaías se debe a una escuela fundada por los discípulos del profeta que trabajó a lo largo de más de dos siglos para elaborar una sola obra literaria que recoge una experiencia plural. Como acertadamente dice Rogerson la Biblia no fue durante cientos de años más que una “colección de rollos separados”. Conviene tenerlo en cuenta.

A medida que nos vayan ocurriendo cosas mientras progresamos en la lectura, las iremos añadiendo en este apartado de la mano del estupendo libro Una introducción a la Biblia de J.W. Rogerson que puede tomarse como guía.

De momento abordaremos la lectura siguiendo los libros históricos comenzando por el llamado Tetrateuco: Génesis, Éxodo y Números. El Levítico, que también forma parte del Tetrateuco, lo dejaremos de momento al margen por las razones que apunta nuestro guía.

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