miércoles, 25 de julio de 2012

Las "perlas" de Emilio Castelar.


“Yo soy republicano histórico, republicano intransigente, republicano de toda la vida, republicano por convicción y por conciencia, y el que duda de mi republicanismo me ofende y me calumnia; por consecuencia yo no quiero ser nada en ninguna Monarquía. Pero señores, pongamos las cosas en su punto. Cuando en un tiempo en que nuestro fanatismo nos llevó a creer en la incompatibilidad completa de la Monarquía con las libertades públicas, en vano existía el sistema monárquico en Inglaterra, en vano existía en Bélgica, en vano existía en Suecia y Noruega, en vano existía en mil puntos donde la libertad reinaba; nosotros erre que erre en que la Monarquía y la libertad eran incompatibles. Pues yo voy a decir una cosa. Vuestra Monarquía, con las libertades que hoy tiene, vuestra Monarquía es una Monarquía liberal. ¿Será una Monarquía democrática? ¡Ah, señores! Aquí está la cuestión. ¿Venceránse estos fatalismos? ¿Se sobrepujarán ciertos espíritus del medio ambiente, como ahora se dice? ¿Bajará de lo alto una inspiración de la conciencia humana, tal que en ninguna de nuestras instituciones deje de realizarse el ideal de nuestro progreso? No lo sé; pero debe decir que si vuestra Monarquía es hoy una Monarquía liberal, vuestra Monarquía será mañana la Monarquía democrática en cuento se haya establecido el Jurado popular y el sufragio universal. Y así como dije a los míos, y no me oyeron, en cierta noche célebre: Nuestra República será la fórmula de esta generación, si acertáis a hacerla conservadora, os digo ahora a vosotros: Vuestra Monarquía será la fórmula de esta generación si acertáis a hacerla democrática”

Discurso parlamentario de Emilio Castelar en 1888 en el debate del mensaje de contestación al discurso de la Corona.

Si bien como afirma Carlos Seco Serrano en su trabajo “Ideologías políticas” de donde he tomado el texto, Castelar se adelantó en muchos años a la célebre fórmula sobre la indiferencia en cuanto a las formas de Gobierno, me permito destacar dos apuntes: uno que Castelar pecó de ingenuo al creer que bastaba con el Jurado popular y el sufragio universal, para convertir un régimen en democrático (ambas aspiraciones fueron colmadas durante la época de la Restauración sin que su carácter oligárquico se viera transmutado), y, dos, que tan encomiable aspiración, de haberse conseguido, nos hubiera librado con bastante probabilidad de un guerra civil. ¡Qué políticos!

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