Con la pretensión de indagar
hasta dónde se puede llegar cuando se quiere hacer realidad la pregunta de
Simone Weil: “¿Cuál es tu tormento?”, la protagonista de la novela de Sigrid Nunez
(Nueva York, 1951) presta su tiempo y capacidad de escucha a una multitud de
personas. Asiste a la conferencia de un prestigioso intelectual sobre la actual
situación del mundo, presidida por un capitalismo de vigilancia por
sometimiento tecnológico, que conduce a un horizonte muy pesimista ecológico y
humanista (una llamada de socorro frente al desliz autoritario al que se
enfrentan las democracias actuales). Conoce muy bien al protagonista de la
conferencia porque fue su compañero sentimental. Que hay poca esperanza es lo que viene a decir,
mensaje que la protagonista se ve forzada a traslada a la peculiar relación que
mantiene con una amiga que está gravemente enferma, que se convertirá en la
parte central de la novela.
“Creo que es muy cierto lo que
oí decir una vez a un famoso dramaturgo, que no hay seres humanos
verdaderamente estúpidos, ni vidas humanas que carezcan de interés, y que lo
descubriríamos si estuviéramos dispuestos a sentarnos y escuchar a la gente.
Pero a veces has de estar dispuesta a sentarte durante largo tiempo”. La
pregunta que lanzó Simone Weil para dar sentido al amor al prójimo y que da
título al libro no parece que tenga siempre el mismo significado. Y es que en
ocasiones quien lanza la pregunta se arriesga a terminar atormentado.
El segundo de los textos
precede cronológicamente al anterior y posee una mayor singularidad. Estamos
ante una pieza literaria heterogénea que parte de un argumento sencillo: la
protagonista se hace cargo del perro (un gran danés arquelín) de su maestro y
mentor tras su muerte, y va poniendo de manifiesto las relaciones que
paulatinamente van surgiendo con su nuevo compañero. El perro es grande y su
apartamento pequeño. Además, hay dos problemas: pesa sobre el contrato de
alquiler la prohibición de tener mascotas y el gran danés padece artritis.
Aunque la obra tiene
magníficas páginas dedicadas al “enamoramiento” que surge entre la narradora y
el “animal de apoyo emocional”, creo que la parte más interesante de la novela
está en las múltiples digresiones que surgen en relación con la tarea de escribir
en el mundo actual. En este sentido contiene reflexiones relativas a una cierta
“desconexión que existe entre una vida llena de tecnología y una ficción sin
ella”, es decir, que la tecnología funciona mal en la ficción, lo que se
complica porque hoy en día se escribe “sin nada en las cabezas y nada entre las
piernas”. Ninguna novela que se escriba en la actualidad va “tener efectos
significativos en la sociedad”, de manera que es el éxito económico el único
aliciente que la protagonista parece encontrar en los jóvenes que participan en
talleres de escritura que ella imparte. La queja de los alumnos: “Por qué hay
que leer libros que no obtuvieron beneficio económico”. La literatura se ha
mercantilizado y politizado, razón por la cual “no puede cumplir con su tarea
en una cultura” presidida por semejantes premisas.
Me sorprende un poco el éxito
alcanzo por la novela que probablemente se deba a la estrecha relación que la
narradora describe con su gran danés.
En mi opinión la escritora
neoyorkina merece nuestra atención porque se esfuerza en manejar valores
universales (verdad, caridad, justicia) a los que intenta dar un significado,
una búsqueda de sentido que en cierta manera está muy ligada a la devoción.
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