1. ALGUNAS IMPRESIONES.
Esta vez lo he leído
despacio, un par de capítulos cada día, y he disfrutado de su lectura como del
buen vino, un poco cada vez, los empachos se digieren muy mal. Y en algunos
capítulos me he sorprendido a mí mismo riéndome de las anécdotas descritas. No
voy a escribir un comentario de El Quijote, sino cuatro frases sobre aquellos
aspectos que me han llamado la atención.
Risa me dio cuando su
médico Pedro Recio Tirteafuera le mata de hambre por el bien de su salud, y
ante este dilema pone en entredicho a los médicos: “que quiere que me muera
de hambre, y afirma que esta muerte es vida, que así se la dé Dios a él y a
todos los de su ralea: digo, a la de los malos médicos, que la de los buenos,
palmas y lauros merecen”. (IIª parte. Cap. IL)
Sorprende el sentido
común de Sancho cuando imparte justicia. A pesar de su incultura (“para qué
necesito saber leer si sé firmar”), el sentido común probablemente se lo ha
dado la práctica diaria a la que tiene que hacer frente el hombre rústico e
inculto para salir adelante, la experiencia en los entresijos de la vida rural.
Todo eso le ha dado un saber hacer.
El capítulo XXV sobre los
rebuznos, le sirve a Cervantes como ironía de la política localista,
pueblerina y corta de miras, que se
llevaba en su época y en la nuestra. Acertadamente desgrana la actitud que
enfoca algunos detalles intrascendentes, que se defienden hasta sus últimas
consecuencias, que nos hacen olvidar el objetivo principal y sus grandes beneficios.
París, hacia 1893. Dibujante: Charles Henri Pille. Grabador: Charles Gillot. |
- Así cuando en el
episodio del carro de los leones: “Por caridad, dejarme desuncir las mulas y
ponerme en salvo con ellas antes que se desenvainen los leones, porque si me
las matan, quedaré rematado para toda mi vida; que no tengo otra hacienda sino
este carro y estas mulas.” (IIª parte. Cap. XXVII)
- Iguales
argumentos expresa Cervantes cuando Don Quijote destroza los títeres: “Mire,
pecador de mí, que me destruye y echa a perder toda mi hacienda”. (IIª
parte. Cap. XXVI)
- “Me sustentaré
Sancho a secas con pan y cebolla”.
- Y otro ejemplo
más es ante el hambre que socarronamente le hace pasar el médico: “Por orden
del doctor Pedro Recio le hicieron desayunar con un poco de conserva y cuatro
tragos de agua fría", Sancho reacciona con un comedido deseo: "Cosa
que la trocara Sancho con un pedazo de pan y un racimo de uvas...” (IIª parte.
Cap. LI).
La miseria cultural
queda muy bien reflejada en los capítulos XLII y XLIII de la IIª parte, cuando
Sancho dice:
o “Letras -respondió
Sancho-, pocas tengo, porque aún no sé el A, B, C”.
o “Aprendí a hacer unas letras como de marca de fardo, que
decían que decía mi nombre”.
o Puesto que no sé leer ni escribir, yo se los daré a mi
confesor para que me los encaje”.
La edición que yo he leído
esta vez, está dirigida por Leandro Rodríguez, y patrocinada por la Junta de Castilla y León y
la Diputación de Zamora.
Yo no soy ningún versado
cervantista, pero leyendo esta edición de El Quijote, la introducción,
anotaciones, descripciones y comentarios que Leandro Rodríguez ha añadido, te
llevan irremediablemente a concluir que efectivamente la cuna de Cervantes tuvo
que ser la localidad de Cervantes de Sanabria (Zamora). Es demasiada la
coincidencia de apellidos, gentilicios, topónimos, costumbres, parajes...
Este comentarista está
convencido de que Cervantes nació en el pueblo sanabrés de Cervantes, y debido
a su origen judío, tenía interés en ocultar sus raíces.
Las numerosas anotaciones a
lo largo del libro, son precisas y encuadran muchos de los lugares, paisajes,
tradiciones, pueblos, etc., ubicados en la comarca zamorana de Sanabria. También
de la abundancia del apellido de Saavedra por esos lares, va desgranando
numerosos detalles.
A media que he ido leyendo
el libro y las 1258 notas que ha añadido Leandro Rodríguez para apuntalar su
teoría, no me ha quedado más remedio que convencerme de ella. De entre los
numerosísimos argumentos, reflejaré solo tres:
1. La aventura del
rebuzno y la concordancia total de los gentilicios utilizados. En el capítulo XXVII Don Quijote dice: “¡Bueno sería
que se matasen a cada paso los del pueblo de la Reloja con quien se lo llama,
ni los cazoleros, berenjeneros, ballenatos, jaboneros, ni los de otros nombres
y apellidos que andan por ahí”.
El gentilicio de los
habitantes del pueblo zamorano de Prefacio es
“burreiros”, el apelativo que se da a los carballeses es cazoleros,
berenjeneros a los de Rosinos, ballenatos a los de San Juan de la Cuesta, y
jaboneros a los de Rozas. Unos y otros están cerca del pueblo de Cervantes de
Sanabria.
2. El manifiesto que Don
Quijote le envía a Sancho antes de su gobierno de la ínsula Barataria, reflejados en los capítulos XLII y XLIII. El contenido de
estas normas coincide en gran medida con el SHULJÁN ARUJ (la más
importante recopilación de normas de conducta contenidas en la religión judía.
Su autor Iosef Karo nació en Toledo, en 1488.) Se han encontrado documentos
manuscritos en esta comarca, que reflejan que los niños judíos sefarditas
aprendían de memoria estos preceptos y reglas.
3. ¿Dónde está Dulcinea?
Don Quijote “rogó al bachiller que, si era poeta, le
hiciese merced de componerle unos versos que tratasen de la despedida que
pensaba hacer de su señora Dulcinea del Toboso, y que advirtiese que en el
principio de cada verso había de poner una letra de su nombre, de manera que al
fin de los versos, juntando las primeras letras, se leyese: Dulcinea del
Toboso”.
Siguiendo
este deseo de Don Quijote, valga como guinda del acrónimo con el que Cervantes
juega y esconde, y que aparece juntando la primera sílaba de los poemas con los
que finaliza la primera parte: “el es en Sanabrya”.
Respaldan
esta teoría de Leandro Rodríguez sobre el origen sanabrés de Cervantes, los
archivos de Santa Colomba de Sanabria de 1570, donde además de constar “Antonio de Montesino y su mujer Teresa Gorda”, y también consta
una joven con el nombre de “Aldonza”
o su padre “Lorenzo”.
Y acabar el libro da pena, se muere Don Quijote, ya no hay
nadie a quien acudir para desfacer los entuertos. ¡Qué haremos ahora sin ese
par de capítulos diarios que nos trasladaban al mundo caballeresco!
No me queda sino compartir
el párrafo en el que muchos basan la esencia de la universalidad de El Quijote:
"La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a
los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que
encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra,
se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el
mayor mal que puede venir a los hombres." (IIª parte. Cap. LVIII).
Efrén ARROYO ESGUEVA
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