Leo a David Foenkinos (París,
1974) para tomarme un respiro. Y la afirmación tiene intenciones halagadoras.
Sus historias siempre resultan interesantes y están construidas con una prosa
vivaz y cercana. Admiro su capacidad para atrapar al lector desde el inicio mismo
de la novela. No tardas en identificarte con personajes, situaciones y
emociones.
Esta que comentamos hoy data
de 2021 y nos habla de la extraña ambigüedad que aparece entre ficción y
realidad. Un escritor sale a la calle dispuesto a meter las narices en la vida
de los demás, como último recurso para aliviar su pobreza narrativa. Es
entonces cuando la ficción se inmiscuye en la realidad para cambiarla
radicalmente. Pero no pensemos que estamos ante un ejercicio de metaliteratura
ni frente a una alambicada forma de crítica literaria. Nada de eso. Los
personajes están ahí, a la espera de que el autor llegue para cambiar sus vidas
y dispuestos instrumentalizar al escritor para transformarlo a su vez.
Superada la primera sorpresa,
Madeleine Tricot está encantada de que un escritor quiera contar su vida. A la
gente le gusta hablar de sí misma. Nos encanta que alguien se preste a escuchar
nuestra historia, que lo haga con interés y se muestre dispuesto a dejar
constancia de nuestro paso por el mundo en un libro. Juega con ventaja
Foenkinos, pero como el mismo nos advierte “seamos sinceros, la felicidad no le
interesa a nadie”, así que hay que indagar un poco para que aflore a la
superficie aquello que permita alimentar el interés del lector.
Cada uno de los miembros de la
familia Martin tiene sus propios problemas. Unos tienen su origen fuera y
cristalizan en la convivencia, otros son los propios del paso del tiempo que
araña la superficie del amor y hace que todo pierda el lustre, luego están
aquellos que se mueven con algo más de holgura en la cadena de acontecimientos
que precipita la llegada del extraño a la familia. Mi personaje favorito es
Patrick, el marido de Valérie (la hija de Madeleine) que víctima de un acoso
laboral toma una decisión deliciosamente atrevida cuya originalidad lo
reintegra al núcleo familia con trazas heroicas.
Lo mejor de todo es que
Foenkinos es dueño pleno de su relato y de sus personajes, y no le duele en
prendas convertirse a sí mismo en catalizador que permite a los Martin
recuperar la plenitud de su vida familiar. Seres humanos sedientos de lazos
afectivos y conexiones verbales.
La última novela publicada por
el autor parisino es La vida feliz en la que el protagonista acaba
poniendo en marcha una empresa de pompas fúnebres muy peculiar.
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