1.- Tacones sobre el parqué
San Sebastián. El yo de Bittori, de la madre, hasta cuatro
veces se asoma en la narración de la despedida de Nerea, la hija, y Quique, su
marido. Un viaje a Londres para consentir que él tenga un hijo con otra. Él que
huele al mismo alcohol con el que se gana la vida. A Bittori le preocupan
cuatro cosas: lo poco que se hace valer su hija, la vejez propia, los boches en
el parqué y la insensibilidad de su yerno. Pero nada se puede cambiar, quizás
solo el felpudo de la entrada.
2.- Octubre benigno
La utilización de un presente arrastrado desde el pasado no
produce la impresión de abandono, sino que resulta anunciador de un cambio que
no tarda en producirse: ellos lo dejan, que ya no van a atentar más. A Bittori
se lo dice quien hasta hace poco la evitaba. Ninguna duda le cabe al lector que
esa actitud de la vecina tiene algo que ver con la muerte de Txato. De vuelta a
casa, le fue dando las gracias a las cosas por su humanidad.
3.- Con el Txato en Polloe
La primera persona encubierta/descubierta entre las tumbas
del cementerio donostiarra se ofrece al lector. Yo estoy aquí, pero él ya no. A
él, al Txato, lo mataron. Bittori ha decido volver al pueblo. Es la necesidad
de saber la que la empuja a regresar. Y también la curiosidad, sobre todo ahora
que la banda…
4.- En casa de esos
En otro lado, paran otra vez. Aquí el narrador se muestra
sin reservas y también sin necesidad. El hijo está en Puerto de Santa María I,
la hija en una silla de ruedas y el tercero a sus cosas. Taberna, porrón,
partida, pescado… y luz en casa de esos.
5.- Mudanza a oscuras
La diana encima de un nombre. Se me ocurre que hay un
desdoblamiento del narrador. Por un lado está el narrador-escritor y por otra
el narrador-personaje.
6.- Txato, entzun
El conflicto de la Pili en el autobús, el silencio de los
del bar, el ahogo, el buzón que no está, las palabras que se arrastran porque
no quieren salir. Y sí, hay luz en casa de esos.
7.- Piedras en la mochila
Joxe Mari en medio de la algarabía abertzale. El hijo de
Miren, la mejor amiga de Bittori. Antes de la batalla callejera: bicicletas,
persianas, locutorios, ajos, besugos y pañuelos que tapan bocas.
8.- Un lejano episodio
Cuidadísima escritura. De esos capítulos que o salen de un
tirón o hay que reescribirlos cien veces.
9.- Rojo
La voz se ha corrido por el pueblo. Dicen que Bittori ha
vuelto.
10.-Llamadas telefónicas
¿Cómo entender la reacción de Nerea? Aquello de no asistir
al entierro de su padre… Hubiera dado cualquier cosa por poder cambiarlo todo,
no mejorarlo sino simplemente cambiarlo.
11.- Inundación
Las lluvias se llevaron la huerta de Joxian. La huerta es su
paraíso. ¿A qué habrá ido Joxe Mari a Francia?
12.- La tapia
A prueba de riadas levantó la tapia Joxian con ayuda de su
amigo Txato. Hasta un camión de tierra de Andosilla le trajo. La carta con el
impuesto. El favor que Joxian no quiere hacer.
13.- La rampa, el baño, la cuidadora
Un poco de lío con la rampa de madera que Arantxa necesita
para salir a la calle con la silla de ruedas. Pronto se resuelve, no hay más
que pedir ayuda a quienes dominan la
calle y las escaleras de los portales. Y prenden de las farolas la luz
de su iluminismo.
14.- Últimas meriendas
Una tarde de tostada, Bittori se conmovió con lo de Joxe
Mari. Bittori habla con el fantasma de su marido Txato, sentada en la tumba o
en el sillón frente a su fotografía, y con la gata Ikatza. Justamente a esta le
cuenta que si Miren se radicalizó fue por puro instinto animal.
15.- Encuentros
El Pagoeta apenas ha cambiado: la hucha de los presos encima
de la barra y los carteles de traineras en lugar de toros. La que sí ha
cambiado es Arantxa. Bittori ha vuelto definitivamente, aunque no sabemos si es
para quedarse.
16.- Misa dominical
A Miren le gusta despacharse con su san Ignacio, pero los
favores de verdad se los pide al cura, a don Serapio. ¿A qué viene Bittori al
pueblo? ¿Por qué no se queda en San Sebastián?
17.- Un paseo
A cada uno le salen los hijos como Dios quiere. Arantxa fue
la única que lo dijo bien alto y claro. La canallada de retirar primero el
saludo, luego la mirada, y ese ir añadiendo un poco cada uno: el que pinta, el
que ofende, el que señala, el que dice.
18.- Vacaciones en una isla
Arantxa en el iPad: ¡Qué familia! ¡Espléndido! ¿Es que
Bittori nunca se dio cuenta de la sensibilidad de tubo de escape de Miren?
19.- Discrepancia
Bajar de la copa de un árbol lo que nunca debió haberse
subido y tratar además de justificarlo, confunde de tal forma a Ainhoa, quince
años con su madre en el hospital llena de tubos, que cualquier cosa es mejor
que mirar la cara de su amona.
20.- Luto prematuro
El de Guillermo, el marido de Arantxa. No se equivoca Miren
cuando lo ve.
21.- La mejor de todos ellos
Arantxa, sin duda, que se presenta ante el hijo de la
víctima como la hermana del asesino. La perspectiva de nuevo modificada. Ya no
es la de Arantxa, sino la de Xabier, el hijo de Bittori.
22.- Recuerdos de una telaraña
También Xabier habla con la fotografía de su padre y con una
botella de coñac. Hay algo que no acaba de funcionar en este personaje, un
médico tristón y embotado.
23.- Soga invisible
No, no es la compasión el sentimiento que mueve a Xabier a
aproximarse a Arantxa; es algo más fino y primario: algo así como la necesidad
de comparar si su desgracia es, como parece, menor que la de ella. Una muestra
más de un personaje que no remata, que no convence.
24.- Una pulsera de juguete
Es, como bien expresa Miren, meterse en la casa de ellos. El
capítulo es realmente bueno: quebranta todas las reglas de la narración
indirecta y funciona a las mil maravillas.
25.- No vengas
Que la presencia de las víctimas de carne y hueso entorpece
el proceso de paz, así de clarito se expresa el cura Serapio ante Bittori. La
viuda de Txato cada vez que entra y sale del pueblo, cada vez que recorre sus
calles, es como las huchas sobre la barra de los bares, que cada uno elija la
moneda: compasión o rencor. Y es precisamente esa disyuntiva la que le resulta
intolerable al pueblo. ¡Qué no venga más!
26.- Con esos o con nosotros.
A misa de siete, esa es la contestación de Bittori. Entre
las dos mujeres sentadas en el mismo banco, cada una en uno de sus extremos, el
narrador-personaje pone a Arantxa.
27.- Comida familiar.
Y de pronto en medio de una comida familiar cuajada de
“barras”, Nerea que ha vuelto de Londres lo suelta: va a participar en un
proceso de justicia restaurativa. Supongo que don Fernando estuvo dándole
vueltas a la palabreja de la ley, pero al final la aceptó y sobrado de recursos
la arropó mediadoramente. Aunque bien pensado, qué diablos, Bittori se ha
anticipado a todos.
28.- Entre hermanos.
¡Qué difícil es darle nombre a lo que Fernando trasmite en
este capítulo! Me he pasado veinte minutos intentándolo. Desisto.
29.- Hoja de dos colores.
El aita la mandó
lejos de Euskadi, a Zaragoza. Como una de esas máquinas que giran para hacer
una buena radiografía panorámica, el narrador-personaje se queda junto a Nerea.
30.- Vaciar la memoria.
Lo que Nerea quiere y no le dejan hacer: contar al
terrorista lo que nunca ha podido contar a
su familia.
31.- Diálogo en la oscuridad.
¿Cómo no iba a confiar el Txato si era de aquí, hablaba
euskera y era el primero en contribuir para lo que fuera? Seguro que si alguien
quisiera hacerle daño, los del pueblo le pararían. Porque oye este es de los
nuestros.
32.- Papeles y objetos.
¡Qué cabrones los empleados!
33.- Pintadas
Esta gente está
pendiente de lo que dicen las pintadas. Es el período local. La verdad en los
muros. Y punto. Y Txato ya está pegado a la pared.
34.- Páginas mentales
La puntería de Joxe Mari es tan buena como la de su amigo
Jokin, pero ponen cosas distintas al otro lado del cañón. La memoria del retoño
de Miren es ferroviaria.
35.- Caja de llamas.
Fila de huchas. A la lucha. Incendio de autobús.
36.- De A a B
Y Navarra, Iparralde y unas buenas y nuevas rayas bien
pintadas en el suelo para que no haya ninguna duda. Una raya que vaya de A a B
y luego rodee A o B, que eso no está todavía claro.
37.- Tarta de la discordia
Tarta entre comillas. El yo que experimenta no es el yo que
recuerda. ¿Quién habla aquí?
38.- Libros
Putos libros que te hacen estar a las ocho en casa, sin
tiempo casi de bajar el puño tras el Euzko Gudariak.
39 Yo el hacha, tú la serpiente
Homenaje a preso liberado. Antonio Machado afirmando el
bietan jarrai. Gorka, que solo quiere que lo dejen en paz para irse a leer,
tira fotos. Nerea abertzale. Encapuchados suben a la tribuna portando mecheros
incendiarios y una bandera española.
40.- Dos años sin cara
Arantxa quiere estar segura de que el milagro de la
recuperación es posible antes de poder mirarse en el espejo.
41.- Su vida en el espejo
El perfume de Guillermo engatusó a Arantxa.
42.- El asunto de Londres
Que se solucionó gracias a Txato y Nerea.
43.- Novios formales
Que no fue guardia civil, aunque no supiera euskera.
44.- Precauciones
¿Secretos? ¿Qué secretos podía guardar el bueno de Txato?
45.-Jornada de huelga
Buscar piso en San Sebastián.
46.- Un día de lluvia
El encuentro entre Joxe Mari y Txato es en realidad el
anuncio del atentado de unas horas después.
47.- ¿Qué fue de ellos?
Exilio, muerte y cárcel.
48.- Turno de tarde
Y Herminio dice que esta misma tarde le pareció ver a Joxe
Mari dentro de un coche por el pueblo. Joxe Mari, que ni la familia sabe dónde
para, en el pueblo el mismo día de lluvia en que mataron al Txato.
49.- Da la cara.
A la huerta a hablar, a preguntar si ese bancal de ahí es el
mismo que un día mando cubrir el Txato con un camión de tierra de Andosilla y
si fue él, el chico al que el Txato pagó centenares de polos, el que le
disparó.
50.- La pierna del cipayo
Una cena por pegarle fuego al uniforme de un policía.
51.- En la cantera
Dos aprendices de terrorista huyendo en bicicleta.
52.- Gran sueño
En las manifestaciones, actos, homenajes… en todas partes
los abertzales pasaban lista. Y así tener un hermano en ETA daba prestigio.
¿Pedirle dinero al Txato para que Gorka estudie? De eso, ni hablar.
53.- El enemigo en casa
En el 87 todavía no habían aparecido las pintadas, pero el
Txato ya tenía en su casa cartas amenazadoras de la organización etarra.
54.- Mentira de la fiebre
La hija del extorsionado y la hermana del terrorista se
intercambian los papeles
55.- Como sus madres
Claro Nerea y Arantxa año y medio después de que esta última
se fuera a Rentería a vivir con Guillermo y un poquito antes de que Nerea se
fuera a estudiar a Zaragoza. Hay que salir del pueblo por allí “vive mucha
gente echada a perder por la política”.
56.- Ciruelas
Tiene días de bajón emocional. Y entonces, recuerda las
ciruelas verdes aquellas que fueron a parar a las páginas interiores del Egin.
57.- En la reserva
Aprendices de terroristas que mitigan la pesadez de la
espera jugando con monedas de diez
francos.
58.- Pan comido
El debut de un terrorista.
59.- Hilo de vidrio
Xabier en Roma con Aránzazu. Recuerdo haber visto la
librería Spagnola, pero dónde.
60.- Los médicos con los médicos
Se explica Bittori sentada al borde de la cama
interrumpiendo la siesta de su marido y, años después, continúa la conversación
sentada en el borde de la tumba. Podemos imaginar fácilmente por qué.
61.- Una grata pequeñez
Ahí tenemos otra vez al doctor Xabier sacándole los colores
a una telaraña polvorienta entre dos lingotazos de coñac.
62.- Registro domiciliario
Queda mucho por limpiar a pesar de que Gorka haya hecho
desaparecer el material político de su hermano.
63.- Material político
Hay topo.
64.- ¿Dónde está mi hijo?
Dos hostias y de vuelta a casa. Miren se da la vuelta en la
cama para darle la espalda a su marido.
65.- Bendición
¡Vaya con don Serapio! Cura sobón y abertzale. Infinitamente
más comprensivo que el santo de Azpeitia.
66.- Klaus-Dieter
Un alemán guapo. A Nerea después del asesinato de su aita
todo se le fue en acelerones y frenazos.
67.- Tres semanas de amor
Se marcha. El tren. La carta. Todo es posible, aún.
68.- Fin de carrera
Un año después del asesinato de su padre.
69.- La ruptura
Con una noche de pintadas basta.
70.- Patrias y mandangas
¡País de mentirosos y cobardes!
71.- Hija torcida
La moral aburguesada y tradicionalista de esta abertzale
llamada Miren es de campeonato.
72.- Misión sagrada
La afición a las letras de Gorka comienza a darle problemas.
73.- Si estás, estás
Los etarras agitan la hucha y las botellas llenas de
gasolina.
74.- Movimiento de Liberación Personal
Gorka encuentra en la radio una vía de escape.
75.- Jarrón de porcelana
Paseo en barca con Aránzazu. Pelotas de goma en el barrio
viejo. Por entonces, todavía estaba vivo el Txato, aunque amenazado. El
capítulo no funciona, es una caja de zapatos vacía.
76.- Tú llora tranquilo
Muerte e insultos. Bien contenida la muñeca de la emoción.
77.- Negros designios
Hay aquí una de esas excentricidades que han de resolverse
como un crucigrama, cruzando las emociones y sensibilidades de los personajes.
78.- El cursillo
Acerca de los muertos que valen un amigo muerto.
79.- El roce de la medusa
Comando Oria, por el río guipuzcoano cuyos márgenes marca el
territorio de actuación. Joxe Mari, Patxo que ruidosa respiración y Txopo, bajo
una marquesina de la avenida Zarauz de San Sebastián.
80.- Comando Oria
Tumbado en la cama de la celda, Joxe Mari recuerda.
81.- Solo fue a despedirla el doctor triste
Xabier, el médico, paternalista y un poco machista. Triste,
también triste. Nerea se va.
82.-He’s my boyfriend
O sea, batacazo. El alemán tiene novia.
83.-Un mal azar
Sin duda es discutible, pero a mí me parece muy acertado. Y
es que la realidad funciona así, lo que
no queremos ver acaba por salirnos al camino en cualquier lugar del mundo,
justamente cuando más descuidados, por ensimismados, andamos.
84.- Vascos asesinos
En un partido de fútbol en Zaragoza este grito no tiene nada
de particular. Tampoco que a la salida uno se encuentre su coche matrícula de
San Sebastián con un buen repaso de chapa, pintura y espejos. ¿O sí lo tiene?
85.- El piso
El de San Sebastián por si hay que abandonar el pueblo.
86.- Tenía otros planes
Jarreaba. Día gris. El último del Txato.
87.- Setas y ortigas
Guillermo diez meses en paro, trayendo a casa setas y
ortigas para simular que alimenta.
88.- Pan ensangrentado
El asesinato de Manuel Zamarreño el 25 de junio de 1998.
Guillermo escapa a la explosión por escasos minutos. Por entonces ya está en la
cárcel su cuñado Joxé Mari.
89.- El aire en el comedor
Aquello, el tratar de justificar lo que no puede tener
justificación en lugar ni tiempo alguno, separó a madre e hija durante cinco
años.
90.- Susto
Un cólico nefrítico a punto está de dar al traste con el
talde. No sé si viene a cuento contar el mal de piedra de un terrorista.
91.- La lista
En ella está el Txato. Andoni, uno de los trabajadores del Txato,
es quien da apoyo logístico al comando de Joxe Mari. Andonis que amanecen todos
los días con la memoria viuda.
92.- El hijo que más quería
Ahora ya sabemos que Joxe Mari no estuvo a esto de hablarle
al Txato sino de pegarle un tiro (Ver el 46). Pero claro no lo hizo porque
ellos no son psicópatas.
93.- El país de los
callados
Gorka reducido a piratas, brujas y dragones euskaldun. Allí
no hay peligro.
94.- Amaia
La hija del compañero sentimental de Gorka, Ramuntxo, tiene
un comportamiento anómalo para su edad. Joxe Mari es detenido junto con los
restantes componentes del comando Oria.
95.- Vino de garrafón
¡De garrafón hay tantas cosas en la vida!
96.- Nerea y la soledad
Antes, hacia el 83, un transeúnte atropellado por un tranvía
en Fráncfort; ahora, un tipo fondón y aficionado al fútbol que tiene una
hermano preso en Badajoz por… El silencio de Nerea.
97.- La procesión de los asesinos
Miren mirada, paseante penitente, con la foto de su hijo
pegado en la punta de un palo.
98.- Boda de blanco
La de Nerea y Quique.
99.- El cuarto miembro
Del talde es el miedo.
100.- La caída
Y casi fue un alivio para Joxe Mari, cansado del miedo y la
tensión asociados a la clandestinidad.
101.- Txoria txori
No era nada fácil de hacer este capítulo. El dilema
encerrado en la breve canción a la que
se alude en el título cantada en eusquera, le sirve a Joxe Mari para resistir,
pájaro enjaulado, las torturas policiales. Hay además una nostalgia
inconsciente, precisamente por la resistencia, en Hegoak ebaki banizkio.
102.- La primera carta
¿Cuántas vueltas le habrá dado el señor Aramburu a los
sentimientos de Bittori? Pienso que vuelve a acertar en la decisión. Si Bittori
quiere perdonar para eso necesita primero que Joxe Mari le pida perdón. Esta
valentía de la víctima empuja al pistolero hasta un callejón sin salida. Y
ahora está ya desarmado.
103.- La segunda carta
Arantxa, iPad y Bittori.
104.- La tercera carta y la cuarta.
Los que buscan venganza (pidiendo el impuesto revolucionario
del perdón). “El tono humilde, el temor a molestar, la ridícula petición [de
una víctima dirigida al pistolero que probablemente asesinó a su marido]”. Esa
empatía que la víctima segrega hacia su propio victimario es muy difícil de
aceptar, parece introducida a empujones para generar una obsesión un poco
artificial.
105.- Reconciliación
Con la madre por la ruptura definitiva con el marido, es
decir, hablamos de Arantxa, la que después se convertirá en “bulto”, tal y como
ella reconocerá en el capítulo siguiente, a causa del ictus. Algo tuvo que ver
en la ruptura el hecho de que Joxe Mari fuera terrorista.
106.- Síndrome de cautiverio
Guillermo a despedirse, a recordarnos lo buen padre que ha
sido y seguirá siendo. El “bulto” oye y mueve las pestañas.
107.- Encuentros en la plaza
Que Miren reprueba. Ya todo el pueblo lo sabe y se extraña
de esos encuentros entre Arantxa y Bittori.
108.- Parte médico
Que firma Xabier, claro, solo que el paciente es un etarra
que ha sido objeto de torturas. Xabier hace lo único que un ser humano decente
puede hacer en sus circunstancias:
atenderle y guardar silencio.
109.- Si a la brasa
le da el viento
Se aviva, naturalmente. Pero no se puede ser todo el rato
víctima, aunque no se quiera hay ratos, días, semanas, meses… que uno se
olvida. Y cuando menos lo esperas, zas, un nuevo atentado que te lo recuerda.
110.- Conversación al atardecer
Una charla entre hermanos para confirmar lo que ya sabemos
todos: que Bittori está muy malita. ¿Por qué tira Xabier las castañas a la
papelera con lo buenas que estaban? El escritor ha codificado aquí algo, ¿pero
qué? Acaso algo tan simple como el paso del tiempo: de castañas le hablaba
Xabier a su madre la primera vez que aparece en la novela.
111.- Una noche en Calamocha
¿A quién se le ocurre, avisar a la Guardia Civil teniendo a un hijo en Picassent por
terrorista? No. Es mejor que se las apañen como puedan. Y eso obliga a la más
acérrima de las abertzales de este mundo, a Miren, a comportarse como las
agradecida de las españolas. ¿La culpa? De la dispersión.
112.- Con el nieto
Joxian habla solo y en voz alta en el autobús de Rentería.
¡Qué familia!
113.- Final en cuesta
JoxIan visita la tumba de su amigo.
114.- Cristal por medio
Gorka vista el locutorio de su hermano. Hay algo más que un
cristal por medio que los separa.
115.- Sesión de masaje
Consolar no es tarea nada fácil. Gorka inventa, masajea,
seduce a su compañero Ramuntxo.
116.- Salón árabe
De boda, la de Gorka y Ramuntxo. ¿Será verdad que Joxe Mari
le ha encargado a su madre que le trasmita a Gorka su enhorabuena?
117.- El hijo invisible
Tiros largos con notas discordantes sobre un fondo de
bacalao al Portuetxe. Son Quique y Nerea.
118.- Visita no
anunciada
Nerea se cruza por el pasillo de fisioterapia con los hijos
de Arantxa.
119.- Paciencia
Todo el afán de esta mujer llena de coraje y dignidad es que el idiota de Joxe
Mari se disculpe, que pida perdón y poder descansar en paz. ¿Lo tendrá?
120.- La chica de Ondárroa
Un año de cartas y un par de visitas íntimas fueron
suficientes para que el mástil de Joxe Mari comenzara a doblarse.
121…
La prosa efectista de Aramburu despliega una soberbia
funcionalidad con la transgresión constante de tiempos e identidades. En un incesante
juego de caída libre no tiene el escritor ningún problema en dejar al lector
con la palabra en la boca. Se consigue con estos y otros recursos estilísticos
y formales, tales como las enigmáticas codificaciones de apariciones, gestos y
actitudes (la gata, el cucurucho de castañas, la lluvia, el perfumen, las
bicicletas, la huerta…), que el lector se interrogue continuamente por la toma
de posición que la sociedad impone a cada personaje. Y sobre todo por la
responsabilidad que a cada uno cabe
atribuirle en la instauración de una dinámica de miedo y asfixia, pero también
de resistencia y valentía. El exilio de los muertos que esperan poder volver
algún día a su pueblo cuando la situación se normalice es el fruto de quienes
envenenaron el árbol de Guernica.
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