sábado, 17 de mayo de 2025

El libro de las hermanas. Amélie Nothomb

 


Amélie Nothomb (Kobe, Japón, 1967) es una escritora belga. Reside en París. Su familia procede de Bruselas. Su padre fue embajador en China, Japón, Laos, Birmania... Su producción literaria en copiosa, prácticamente publica una novela todos los años. Me suscita interés esa necesidad de expresarse. He comenzado por la última, El libro de las hermanas.

Las extraordinarias capacidades que desde su nacimiento evidencia Tristane pasan inadvertidas para sus progenitores cuya paternidad no les ha hecho abandonar su estado de adolescencia. Tristane toma contacto con la realidad muy pronto y aprende a adaptarse utilizando recursos que no dejan de sorprender al lector. Durante los primeros cinco años de su vida la falta de amor no hace sino prepararla para lo que vendrá después con la llegada de su hermana Laetitia y sus primos, los hijos de Bobette, la hermana de Nora, la madre de Tristane. Sus ojos apagados dicen lo que su nombre pone de manifiesto. “Papá y mamá son muy buenos, pero prefieren jugar entre ellos, no les gustan los juegos de niños, tienen unos juegos muy singulares y para mayores, nunca han sido niños, nosotras nunca seremos mayores”, le dice Tristane a Laetitia en la cuna.

Tristane estudia Letras en la Sorbona, pero termina trabajando en una empresa de datos, trabajo que es de su agrado porque le permite leer tres horas al día. Se aleja de una madre mezquina y de un padre con el que las pocas cosas que comparte son insuficientes para darle brillo a una mirada que sirva de soporte a las relaciones afectivas.

El texto de la escritora belga se lee con facilidad y buen ritmo, pero en los diálogos y en la limitada capacidad de introspección que presenta la protagonista (durante una fase de la novela habla con su prima muerta Cosette y con un psicoanalista) se aprecia la enorme carga que los padres pueden dejar en sus hijos.

La novela, justo es reconocerlo, se presenta como un canto al amor fraternal por cuanto expresa cómo las hermanas tejen entre ellos una red de afectos que suplen las incapacidades de los progenitores. Una hermana puede ser un ángel protector.

La traducción, espléndida, es obra de Sergi Pàmies.


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